EL DETECTIVE LEYÓ EL GIGANTESCO CARTEL PINTADO sobre una chapa que empezaba a estar comida por el óxido. Chalets pareados, adosados, parcelas de tantos metros, engañosas amabilidades a la hora del pago.
Bajo el orgulloso emblema de la promotora, la imagen de una arcadia generada por ordenador; ideal para familias dispuestas a entramparse más allá de la eternidad.
Avanzó Zurano por una calleja polvorienta que parecía la pista de aterrizaje de un aeropuerto perdido en Cachemira. De tanto en tanto, casitas que eran la imagen perfecta de un sueño truncado en plena edad de la inocencia: ventanas desorbitadas, tabiques mancillados por torpes plastas de cemento seco, abortos urbanísticos sobre los que empezaba a crecer la mala hierba de la crisis económica.
Bajo el orgulloso emblema de la promotora, la imagen de una arcadia generada por ordenador; ideal para familias dispuestas a entramparse más allá de la eternidad.
Avanzó Zurano por una calleja polvorienta que parecía la pista de aterrizaje de un aeropuerto perdido en Cachemira. De tanto en tanto, casitas que eran la imagen perfecta de un sueño truncado en plena edad de la inocencia: ventanas desorbitadas, tabiques mancillados por torpes plastas de cemento seco, abortos urbanísticos sobre los que empezaba a crecer la mala hierba de la crisis económica.