Vistió Zurano a su novio lo mejor que pudo con prendas que, de todas maneras, le daban un aspecto un tanto estrafalario. Al verse en el espejo, Javier se echó a llorar de nuevo. Suavemente, de manera sostenida. El detective se quedó mirándole, sin saber demasiado bien qué hacer.
-Tú y yo tenemos que hablar un día de estos ¿Vale, Javi? Esto no puede seguir así.