Cuatro: De mañana no pasa




El detective se detuvo en un semáforo:

-¿Te han llamado ya del casting?

-¿De cuál?

-Del casting al que te presentaste.

El joven hizo una pausa, como un ejecutivo que comprobase una agenda repleta.

-¿El de la serie o el del Diario?

-De la serie.

-No. Todavía no. Pero me dijeron que tengo posibilidades.

-Posibilidades.

-De donde sí me han llamado ha sido del Diario. Y he metido al Ruben –acentuó el traficante de influencias en la ú.

-¿A Rubén? –el detective tuvo la visión instantánea de un chico gordito y algo tímido.

-Sí. Quieren que nos reconciliemos.

-Pero si no os habéis peleado.

-Ya, pero eso la peña no lo sabe. Además nos han dejado montárnoslo un poco a nuestra bola. Yo voy a decir que el Ruben no me habla porque le he contado que soy gay. Y ellos van a hacer como que le dan una sorpresa. Luego, improvisamos – Zurano renunció a preguntarse qué pensarían los padres de Javier de semejante número televisado – y la historia ¿No te parece un poco floja?

-¿Por...?

-Porque ahora todo el mundo que sale por la tele dice que es marica.

Se hizo un silencio y la voz del joven adoptó un tono doctoral para afirmar:

-Sí: es que ahora hay mucho intrusismo.

Al acercarse a la ciudad, el detective notó cómo el tráfico empezaba a espesarse; decidió dar por terminada la conversación de la forma más suave posible. Sin embargo le salió solo un “bueno, nene...” que quedó flotando en el aire como una pavesa de papel quemado. El otro no se dio por aludido.

-Oye, Dani ¿Voy hoy? ¿Me paso por tu queli? Estoy cerca.

-No, Javi. Hoy no: estoy cansado.

-Joder, tío.

-De verdad. No te molesta ¿No?

-Tú verás, pero no creo que sea bueno para la relación.

-Bueno: pues si nos peleamos me llevas al Diario de Patricia.

-Vete a la mierda.

El detective se echó a reir de forma intencionadamente audible. El mohín mimoso de su interlocutor casi se pudo escuchar.

-Bueno, pero de mañana no pasa ¿Vale?

-Vale.

-¿Me lo prometes?

-Se hará lo que se pueda. Venga: corto ya que voy conduciendo.

-Te quiero.

-Lo sé.

Al colgar, el detective saboreó la nueva calidad del silencio y algo, quizá una ligera opresión en el pecho, le indicó que estaba empezando a depender demasiado de que Javier le dijera Te Quiero antes de terminar sus conversaciones telefónicas. Su sentido común le indicó que el juego había llegado demasiado lejos y que, en bien de todos, quizá fuera mejor que el Volkswagen polo rojo de Javi se perdiese en la noche de la que había salido, a ser posible con su conductor dentro.

Mientras las calles de la periferia salían a su encuentro, el detective calibró que Javi era un ser vulnerable. Se sorprendió sintiendo una lástima dudosamente confesable por sus sueños de actor sin dotes ni posibilidades, por aquel cuerpo perfecto de atleta ignorante de sí mismo, que terminaría machacado como el de un pajarito que choca sin querer con los cristales de un edificio de oficinas ¿Qué sería de Javi cuando dejase de ser el típico chavalín gracioso que los directores de casting sueñan con tirarse? Quizá...Había una remota posibilidad de que Javi madurase en la dirección correcta y entonces...Quizá entonces...

Los puntos suspensivos mentales estuvieron a punto de hacerle saltarse un semáforo en rojo. El chillido de los neumáticos al quemarse contra el asfalto le hizo volver al goteo mineral del tiempo. Recordó la voz del chico.

“De mañana no pasa ¿Vale?”

Le dio la razón: del día siguiente no debía pasar.


(Próximo capítulo: SOGENAL)

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