Doce: El Lecho Nupcial (Segunda parte)

CIERTOS ANTICUADOS PREJUICIOS volvieron aprensivo a Zurano a la hora de hacer el amor en el lecho matrimonial de unos suegros que no sabían que lo eran, pero su joven amante no tardó en convencerle y así, durante un par de horas, disfrutó el detective de unas caricias y unos besos que, a ratos, le supieron demasiado a indemnización.
Cuando despertó Zurano, ya hacía tiempo que había oscurecido. Javi seguía abrazado a él obligándole a permanecer en una posición protectora pero no del todo cómoda. Calculó el detective las posibilidades que tenían de levantarse al servicio sin despertarle y, como las encontró reducidas, se esforzó en demostrarse que su vejiga no había desaprovechado el entrenamiento durante las largas vigilancias a las que estaba obligado por su oficio.
La respiración del chico sonaba rítmica y tranquila y, a intervalos regulares, el detective recibía una bocanada de aire tibio sobre el pecho. Vagaron los ojos de Zurano por los objetos de la habitación y, casi sin darse cuenta, terminó su recuerdo en Carlos, aquella especie de bello fantasma que le había guiado por el interior de SOGENAL. Y sintió cierta amargura, como la del impostor que usurpa algo que no es suyo al pensar que, pese al lance con el director de casting, el corazón de Javi nunca había dejado de ser suyo, en tanto que el de Zurano estaba ya sucio por algo que le pareció demasiado similar a la traición. Javi se movió ligeramente y frunció el ceño llevado por algún incidente desconocido de su sueño de animal cansado; y el detective intentó hacer retroceder su memoria hasta el tiempo en que podía dormirse de una manera tan completa. No lo consiguió. Javi se abrazó a él con más fuerza  todavía y el detective consiguió ponerse uno de los antebrazos bajo la nuca. Pensó Zurano que, cualquiera que los viese en aquella postura, quizá el oculto ojo de un Dios en el que no creía, podía pensar que eran los perfectos enamorados. Y pensarlo le provocó un agudo remordimiento de conciencia.
A lo largo de su vida, Zurano siempre se había sorprendido de la capacidad diabólica que tiene lo convencional para imponerse. Una llamada de teléfono puede interrumpir una conversación en el momento más doloroso y el que descuelga sentirá la necesidad de esbozar una sonrisa antes de empezar a hablar.
“Es una forma de defensa”, pensó el detective. “Es la manera en que estamos hechos”.
La vecina de arriba tiró un plato al suelo y el sueño de Javi también se hizo añicos.
-¿Qué hora es?
-Las ocho y veinticinco.
El chaval se desperezó y liberó el cuerpo del detective que aprovechó la oportunidad para levantarse a cumplir con la naturaleza. Al volver, Javi había encendido una de las lamparitas que esparcía por la habitación una luz que, sin pretenderlo, resultaba inquietante. El chico sonreía. Aprovechó Zurano para abrigar un poco su desnudez, cogiendo alguna prenda de las que había dejado esparcidas por el cuarto. Javi le siguió con la mirada como quien contempla un entrañable ritual. Cuando el detective volvió a la cama, el chico hizo un silencio cargado de intención. Luego, carraspeó.
-Dani, me gustaría preguntarte una cosa. Verás…Ya sé que no…Ya sé que lo de esta tarde…Lo que te he dicho…
-Ya está olvidado. No pasa nada.
-No: sí pasa –a expresión de Javi adoptó un matiz concentrado; su mirada se perdió en las chucherías esparcidas por la habitación- Verás…Yo he pensado mucho en nosotros. Estamos bien ¿No? Me refiero a que, eso: a que  estamos bien. Y me estaba preguntando si…Dani ¿Tú te casarías conmigo?
El detective, que creía estar preparado para todas las sorpresas, no estaba preparado sin embargo para aquella. Javi le miró con cierta ansiedad. Después de tragar saliva, el detective contestó:
-Me lo tendría que pensar.
-¿Es por lo de esta tarde?
-No.
-¿Entonces?
-Casarse me parece un atraso.
El chico le miró con una enorme perplejidad para luego iniciar un discurso evangelizador que irritó a Zurano mucho más que cualquier confesión de infidelidad. Calló Javi después de exponerle toda la batería de argumentos al uso y, luego, miró al detective de hito en hito:
-Oye, tú no serás del PP ¿No?
Zurano no supo qué contestarle, suspiró , y el chico creyó confirmada su sospecha de encontrarse ante un urogallo ideológico.
“No hay nada peor que un marica de derechas –dijo- es como un negro que se hiciera eskinjed”.
Zurano no tuvo más remedio que reírse, y le recordó al chaval sus prejuicios sobre los sudamericanos.
-Eso es distinto –dijo el otro- nos quitan el trabajo.
-¡Pero si tú no trabajas!
Invocó Javi entonces los principios de la solidaridad obrera como único método para combatir la invasión de mano de obra foránea.
El detective paró el discurso con un beso justo antes de que Javi dijese otra necedad mayor.
FIN DE LA PRIMERA PARTE

1 comentario:

  1. Te he conocido hoy porque te has puesto de seguidor mio y yo de tí. En este momento tenemos doce seguidores cada uno,espero que los tuyos se multipliquen por miles porque eres muy buen escritor,me acabo de leer todo lo tuyo de este blog de un tirón y me gusta mucho ,ya estoy deseando ver lo que sigue el viernes,estaré atenta,siento curiosidad de porqué te has puesto de seguidor mio ,ya me lo dirás. Me gustan tus blogs y me alegro de haberte encontrado. Un abrazo.

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